domingo, 4 de mayo de 2008

PERSONAJES (Parte 2)

El abuelo Tano
No crean que me había olvidado de él. Los últimos serán los primeros y sin duda el abuelo no hace parte de mi “San Alejo”. Pero cualquiera que tenga el reto de escribir sobre Sebastián Oviedo enfrenta siempre preguntas como por dónde empezar y cómo contar la historia de tal manera en que sea posible capturar la mayoría a fin de que otros puedan también vivirla a través de las palabras. Bueno, así fue como quise empezar con unas cuantas imágenes relacionadas con lo que primero que se me viene a la cabeza cuando pienso en él. Bienvenidos al viaje que nos conducirá a todos a los rincones de la vida de Don Tano y sus típicas escenas.

Puedo remontarme al marco de la puerta de la casa que da a la calle y ver perfectamente al hombre solitario sentado en su taburete predilecto. Puedo ver cómo calla siempre mientras mira a la gente pasar con su típico adiós. Puedo ver al hombre sensible que a pesar del silencio nunca estuvo ausente. Y luego en la cocina o en el comedor, me lo encuentro “picando” un poco de sus platillos favoritos. Y lo que los primos nunca olvidaremos: el abuelo contando la plata de La Niña Lucy. Porque hay que dejar claro, que ella hacía los negocios y él llevaba las cuentas. En lo personal, también recuerdo que la primera vez que vi una guitarra fue en la casa de mis abuelos y por supuesto mi abuelo Tano la tocaba evocando la tradición y sus ritmos predilectos (de hecho, como ya les conté fue a través de serenatas que reconquistaba a mi abuela cada vez que peleaban).

Mi abuelo Tano bailando con La Niña Lucy en los "años upa".

Foto del Almacén Praga, uno de los más distinguidos del pueblo en aquella época (años 60). ¡Y trabajo vacacional para todos los hijos! jaja
Foto de "la familia entera" en los años 70
Y si vamos a la generación anterior, abundan mucho más los recuerdos. Mi mamá aún conserva las cartas que mi abuelo le enviaba a Medellín. Le decía “florecita de la casa” y de esa manera tanto ella como sus hermanos iban comprendiendo que él era “la madre” de la familia y mi abuela la encargada de los negocios y la disciplina. Todos recuerdan los singulares dichos y términos del abuelo: “este paseo no tiene fundamento”, “tan buen gato que era…” (Cuando mi tío Gabrie perdió el gato del carro), etc.

Qué decir de los cuentos de “La tía Zorra y el tío Conejo” que Tano le contaba a sus hijos en la plaza de Laguneta (donde vivieron mis abuelos y su cuatro hijos antes de El Loro) cuando todavía no había luz eléctrica y sólo la noche estrellada acompañaba sus conmovedoras narraciones…

El padre, el marido, el abuelo, el vecino y amigo al que jamás se le acababa la paciencia… El hombre intachable y honesto, tan precavido y detallista que se alistaba con dos horas de anticipación para cumplir una cita. Aquel que sólo al ritmo de un porro de su banda favorita (La 19 de marzo) contaba chistes que hacían reír a carcajadas a “los muchachos” (así llamaba a su grupo de amigos) y sonreír a los que ahora lo recuerdan con cariño. Me refiero a ese mismo que sólo hablaba y bailaba por montones cuando tenía unos cuantos traguitos encima.

Jamás una mala palabra (ni siquiera un ¡Carajo!), jamás sin camisa aunque hiciera un calor tan absurdo que hasta las gallinas quisieran quitarse las plumas para refrescarse. Aquel que encarna la expresión “despacio pero seguro”, el mismo que decía “aminora, aminora…” para que el conductor del jeep bajara la velocidad. Aquel que es todos y el mismo a la vez: Tano Oviedo. Todo un personaje que aun sigue haciendo presencia en cada una de las reuniones familiares… O reuniones de “la familia entera” (como él solía decirlo lleno de felicidad). Después de su muerte (9 de octubre de 1997), queda sin duda este legado que pasará de generación en generación.

La memoria nos cuenta lo que la vida no alcanza. Dejo aquí un poco de todo para que ustedes mismos puedan conocer a mi orgullo con nombre de ABUELO.

La Matrona

Y ahí está “La Niña Lucy”… En su silla de siempre, justo a la entrada de la puerta de su casa esperando a que alguien pase para saludar. La matrona, ya vieja, permitiendo que su historia la delate. ¿Quién pensaría que hay más que una anciana señora en la puerta? ¿Quién pensaría que hay más?Es 1974, tiempo en que nadie elije a nadie para gobernar, tiempo en que se asigna a una persona para la alcaldía municipal y se le retira del cargo cuando se considere necesario, cuando se le antoje al gobernador departamental. Lucía, famosa finquera sube y baja de su Jeep amarillo, no se le ve sin un proyecto en la mente. Primera alcaldesa de un pueblo que pocos conocen, un pueblo invisible donde el país se tropieza con lo anacrónico de sus ritmos internos, sus venas de arena. Despierta desde las cinco, la nueva alcaldesa comienza a ejercer. El sol no se ha despertado aún, pero ella sí. Cruza la trocha hacia su finca para hacer el negocio del día y mantener a su esposo y sus 4 hijos. Luego piensa que el mundo le pertenece y hace planes con él… ¿Cuándo llegará el día en que pueda mandar a sus hijos a la capital?Quiere lo mejor, lo sabe y lo exige sin lugar a reproches. Manda a diestra y siniestra, delega funciones en su mundo perfecto, pues le quedan 5 meses para ocupar el trono. La alcaldesa, la esposa, la mujer, la anciana que todo lo recuerda como si fuera ayer y que hoy desgrana mazorcas mientras los mismos rostros se marchan y quizás en la esquina susurran: ¿y quién escuchará ahora a “La Niña Lucy”?

La descendencia

Los Hermanos Oviedo
Son 4 y viven en lugares diferentes del mundo. Bogotá, Venezuela, Estados Unidos y, por supuesto, El Loro. Los cuatro hermanos fueron el fruto del amor de Don Tano (mi abuelo) y la Niña Lucy (mi abuela), quienes a los 18 y 22 años de edad contrajeron matrimonio según la ley de la Santísima Iglesia Católica. Mi abuela me cuenta que eso de ennoviarse, casarse y tener hijos no era cosa sencilla en aquel tiempo (y tampoco ahora, pero de una manera distinta). Para que el abuelo Tano (Sebastián Oviedo) pudiera ser su pretendiente tuvo que esperar meses para contar con la aprobación de la familia y otro tanto para ingresar por fin a la casa de su amada. Todo lo demás se trato de algunas serenatas y de cartas que iban y venían (y que ella conservó hasta que los “cachiporros” (liberales) les quemaron su primera casa en Laguneta (un pueblito cerca de El Loro)). Mi abuela sonríe cuando escucha los boleros que mi abuelo le cantaba en la ventana, hasta que alguien de su familia llegaba furioso a echarlo. Dice que siempre que sueña (desde su muerte), sueña con él y sueña que ambos son jóvenes y con sus hijos creciendo. Los hermanos son 4, pero en realidad deberían ser 6. Mi abuela perdió 2 hijos más debido a los riesgos de los partos de antes. En plena casa dio a luz a sus hijos gracias a la labor de la partera. De ahí que tenga tres tíos y una madre. Ella es la menor y la única hija. Privilegiada y muy exigente posición al tratarse de una típica familia costeña. Pero en fin… Todos y todas, orgullosamente, Loranos.



Los primos Oviedo
Pues bien, la historia de los cuatro hermanos se multiplicó hasta llegar a 10: 5 y 5 de cada sexo. Los primos Oviedo son la generación a la que pertenezco y aquella que gozó de las ventajas de ser de aquí y de allá. Nuestra infancia y todos nuestros álbumes tienen un común ese pueblito del que se trata este blog. De esta manera compartimos en un mismo escenario, ese mismo epicentro para definir y soñar nuestras vidas. En mi caso, el Loro apareció a los quince días de nacida, pues al ser la primera hija mi mamá acudió a la compañía de mi abuela para poder apropiar todos “los tips” de cómo ser mamá de alguien. Se trataba de la primera hija de la única hija de Tano y Lucy, pero antes y después de mí otros nacieron y al igual que mi madre mis tíos decidieron construir la tradición de reunirnos en El Loro. Así fue cómo todos heredamos este pueblo: su gente, sus esquinas, sus ritmos, sus lugares y todo cuanto permitió que al final también fuéramos un poco de allá. Los gringos aprendieron a decir “¡ñercale!”, las venezolas “¡juera juego!”, los rolos, “¡Ueue! y los Loranos, como no había de otra, fueron los maestros. Así fue como a lo largo de los años nos juntábamos en la hamaca de la abuela para construir un futuro a punta de sueños. Un futuro un poco distinto al de nuestros padres, pero con el mismo epicentro en común.

10 comentarios:

oscar dijo...

maluuuuuu!!!!
q bien... me encanta tu blog...

un saludos desde chile
el chileno q te hizo sonreir

Unknown dijo...

Me facina tu blog!! Que linda historia de las raices Oviedo y que orgullosa me siento de haber entrado a tan linda familia .. TQM

Unknown dijo...

Chía gracias por refrescarnos la memoria...No sabes el sentimiento que se produjo en mí al ver tantos recuerdos lindos. Como toda una lorana y como miembro de la familia Oviedo te agradezco todo el trabajo que has hecho.

oscar dijo...

me encanta tu blog, porque a traves de él, puedo conocer lugares en los que sé que no estaré, y que gracias a ti, puedo saber de lugares increíbles.

saludos del chileno

Unknown dijo...

Son tan numerosos los recuerdos que se me vienen a mi mente...Definitivamente el pueblo nos has visto crecer como familia y como personas!
:D

tios migue y vicky dijo...

Muy lindo, solo te resta mencionar al "gran ausente" nuestro viejo Tano, tan callado,siempre observando. El lado del equilibrio en la pareja,ante la exuberancia de la niña Lucy siempre poniendo los pies en la tierra con su frase "este paseo no tiene fundamento"... Que lindo que estos padres nos brindaran la familia que hoy nos enorgullece, mezcla de empuje y mesura, razonamiento y aventura todo mezclado con amor, un amor que hoy se extiende a todos sus descendientes y a los que no lo somos pero que nos cobijamos a la sombra de ese arbol frondoso y fuerte que siempre ofrece refugio, consuelo y un respiro para retomar fuerzas y arrancar de nuevo el camino, pero al que siempre miramos atras con nostalgia de alejarnos de él.
Gracias a tí Chia por acercarnos a esta raiz familiar y a ellos por su bondad, su amor y entrega

Suriplanta dijo...

Que lindo escrito para las siguentes generaciones... Esta es una radiografía del mito de origen, y tú, la encargada de custodiar su memoria

oscar dijo...

Son los personajes los que hacen la historias, y para conocer bien una historia, es necesario conocer lo que viven, lo que piensan y lo que saben los personajes...

Grande Abuelo!!! jajaja

Saludos del chileno

Anónimo dijo...

¡Recordar a papá sí que enguayaba ! Su ternura, sensibilidad y principios a toda prueba me hacen sentir privilegiada y orgullosa como hija porque seres humanos como él sí que hacen falta en este mundo. Nunca dejaré de agradecerle a Dios por su vida y su ejemplo.
Felicitaciones Mary porque lograste revivir en mi esos bellos recuerdos de la infancia cuando sentados con Gabrie en la plaza de Laguneta escuchábamos atentos los cuentos narrados por papá de la tía zorra y tío conejo.Ya sé de quien heredaste tu gran capacidad de narrativa y tu amor por la música y las letras.

Anónimo dijo...

Gracias por los recuerdos de nuestra familia linda y especial. Tu blog me a hecho sentir orgulloso y afortunado. Nuestras raíces empiezan en un lugar, no importa en que parte del mundo estemos.